A cuatro meses de las elecciones en Estados Unidos, las campañas de republicanos y demócratas hacen énfasis en sus políticas hacia el hemisferio occidental y se debaten entre quién es más eficiente y capaz para liderar los intereses estadounidenses en la región. La administración Trump ha defendido la necesidad de mantener la estabilidad en la región y se ha esforzado por evitar la influencia de países como China, Rusia e Irán en el hemisferio occidental. Trump también ha liderado una vuelta al status quo que marcaba la relación entre Estados Unidos y Cuba antes de la presidencia de Barack Obama, quien adoptó una serie de medidas para normalizar las relaciones, entre ellas la reanudación de los vuelos comerciales entre ambos países. En cuestiones migratorias, el gobierno de Trump ha mostrado un especial interés en su relación con México y los países del llamado Triángulo Norte: Nicaragua, Honduras y El Salvador. Con todos estos ha alcanzado acuerdos bilaterales que han permitido a Washington reducir la llegada y la presencia de migrantes irregulares. Algunos de estos acuerdos enfrentaron dificultades en los países latinoamericanos y un posible cambio de presidencia podría poner fin a su vigencia. Biden ha expresado que, en caso de alzarse con la victoria en los comicios de noviembre, retomaría la política de reapertura diplomática y económica hacia Cuba, puesta en marcha por la administración Obama en su último mandato, y finalizada por Trump en 2017. En cuanto a la cuestión migratoria, Biden se ha comprometido a poner fin a los recientes acuerdos alcanzados por la Casa Blanca con Honduras, Guatemala, El Salvador y México, como el Protocolo de Protección a Migrantes, por considerar que su objetivo es cerrar las puertas a aquellos hispanos que buscan una nueva vida en Estados Unidos.